viernes, 24 de junio de 2011

Postales desde el faro (El día de Zamora, 24 de junio de 2.011)


Vacaciones eternas.

Esta semana el verano ha vuelto a entrar en nuestras vidas y ya saben lo que toca, es momento de playa o piscina, momento de atascos en la carretera, momento de insolaciones y momento de suicidios. Sí, de suicidios. Ahora nada mata tanto como uno mismo, ni los jefes, ni el fútbol, ni las ex. Al parecer, el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural de España, tras la bajada en un 20% de las muertes en accidente de tráfico y, según la estadística, este tiene sus picos en las Navidades y en el verano. Olvídense de las causas tradicionales que se han barajado; en la actualidad el perfil del suicida, aunque también, no responde al del enfermo mental o al de consumidor de sustancias psicoactivas, que vayan ustedes a saber qué sustancias son esas, sino que responde a lo que yo vengo a llamar “excluido social oculto”. El excluido social oculto es un personaje que va y viene por la sociedad, interactúa con los demás y con su entorno, pero que está solo. Cuando acaba su día llega a casa y, por mucho que hable, no le responde nadie, salvo la televisión, la radio o algún animal de compañía, y todos sabemos que ninguno de esos elementos puede mantener una conversación muy fluida. Y, así, el excluido social oculto, de repente, se ve con que ese pequeño hilo que lo une con el mundo se lo cortan a modo de vacaciones de verano y es cuando decide poner a disposición, de todo ese tiempo que ahora tiene para su soledad, sus venas, su cuello o su parada cardiorrespiratoria. Y es que estar prisionero del tiempo da para pensar mucho a esos seres que no vemos pasar a nuestro lado y que, tras mucho meditar, han decidido tomarse vacaciones eternas.